El puerto de Navacerrada es más bonito que el de Guadarrama y que el de Somosierrra. Tiene más vegetación, valles más profundos, mejor arquitectura.
Hoy vamos por el Camino Smith.

Es de poca dificultad, sin cantos rodados, cuidado, y preparado para que no pasen vehículos, ni motos, pero si las bicis, caballos y senderistas. Sigue las curvas de nivel por la umbría de Siete Picos y del principio al final hay una densa vegetación de pinos. Cualquier persona puede pasear por él. Se puede ver a lo lejos Segovia, San Ildefonso y la Submeseta Norte hasta donde alcanza la vista. Una delicia. Si, fue una delicia

Tiene cierto misterio. Alguien dijo que era una senda secreta que utilizó un alemán para trasladar material bélico durante la Guerra Civil. Lo cierto es que lleva este nombre en honor al socio nº13 de la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara, fundada en 1913. Este montañero suizo fue quien la señalizó en 1926. Fue el encargado del albergue de la Fuenfría, que ya no existe En realidad este camino debería llevar un nombre latino, ya que por él pasaba una vía romana.

En el collado de la Fuenfría hubo parada para engullir la “magdalena” y para las bromas. Una fuente rústica con agua fresca atrae la atención de las máquinas de fotos. No es para tanto. Desde allí se veía la Submeseta Sur, amarilla, seca. Grande, lejana.

Todo el resto de la ruta fue bajar, pasando por el Reloj de Cela, que no tiene mayor interés, que se podría haberse llamado de Pedro Gómez y que es una horterada, lo mismo que el Mirador de Alexandre con una ”poesía”, ñoña, grabada en la roca por algún aprendiz de cantero.
Una bajada de fuerte pendiente lleva a Cercedilla por sendas en más estado. Algunos árboles dan colorido con sus hojas.

Como vamos adelantados a la hora prevista buscamos setas. Mariajo, toda contenta, hace acopio en una bolsa de plástico poco apropiada. Dice que se va a dar un festín
Ramón, mientras tanto, va preparando el ambiente para ir a comer a algún restaurante local. Y lo logró porque Mariajo, él y yo acabamos comiendo chuletillas de cordero en uno que había en la plaza. Somos los últimos en llegar al coche pero dentro de la hora prevista.
En fin una ruta muy apañada, muy entretenida, con buena compañía y final culinario.
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