La gente de Guadalajara aún está durmiendo cuando dejamos la ciudad, cruzando el puente del Henares. Por la campiña a la sierra, atravesando rañas, Tamajón y sus navas y la permanente y descorchada carretera hasta la ermita de Los Enebrales. De inmediato, el escalón, que muestra el contacto entre calizas secundarias y cuarcitas terciarias. Pizarras y cuarcitas dominan todo el inmenso hueco geológico donde se sitúan las pedanías de Majaelrayo, Campillejo, Roblelacasa, Corralejo, Matallana y Colmenar de la Sierra, dependientes del municipio de Campillo de Ranas, del que destaca su torre cuadrada.
En “El Coño”, campa de Roblelacasa, nos apeamos y, mapas en la mano, cruzamos el desfiladero del Río Jaramilla, riachuelo encajado 250 mts.
Haciendo trampa sobre la ruta marcada, salimos a una carretera, que suavemente nos lleva a Corralejo, donde unos domingueros se entretienen con perros, bicicletas y un balón de colores. La aldea tiene 15 habitantes, que viven de la ganadería.
Una senda hacia Colmenar de la Sierra aprovecha la ladera sur de la Sierra de Ayllón,
Colmenar de la Sierra se fundó en 1278, tuvo la condición de villa y fue propiedad de “los Mendoza”, mandamases de la provincia en la Edad Moderna. Llegó a tener a principios del siglo XX 600 habitantes y muchos telares. Hoy tiene solo 10 habitantes y ya no es municipio.
La proximidad de las curvas de nivel del plano anuncia que hay que bajar y subir fuertes pendientes. Así es.
Cruzar el Jarama por un puente de dos vigas de acero usadas para la construcción divide a los caminantes entre valientes,
Es tan empinada la subida por la otra vertiente que, llegando a media ladera marcada por la ruta, aprovechando el cruce de un plegue en vertical, desde el que se puede ver una panorámica única, nos paramos a comer.
Ocho kms., ladeando cuesta abajo y atravesando un tupido pinar de repoblación, nos llevan a Matallana.
Roblelacasa, que tiene 40 habitantes, intenta remozarse, acondicionando sus casas, manteniendo la estética de los llamados “pueblos de arquitectura negra”, siguiendo el consejo de la Diputación Provincial, porque, si no es así, no da subvenciones.
Buscando nuestro asiento en el autobús, al hacer el recuento, se oye:
-Falta Maricarmen, la del pelo teñido rubio, no la morena… ¿Alguien ha andado con ella…, con quien iba?
Maricarmen va a su bola en las marchas, se adelanta, se atrasa, se desvía. Ya en otra ocasión se perdió temporalmente.
Son las 18:00 horas y el sol cae. Los pesimistas llaman a sus familiares por teléfono y ya se preocupan por no tener donde dormir. Su teléfono no tiene cobertura.
Tras media hora de agobios, aparece. La bronca de Pepa, la organizadora, es contundente. Algunos aumentan la tensión creada, otros la suavizan.
Finalmente, acoplados en el asiento, después de 25 Kms. de marcha, el sueño se apodera de los ojos.
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